La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) aseguró que las ventajas del gas natural rebasan los daños que causaría el fracking (ver nota). Su titular, Juan José Guerra Abud, sostuvo que «no hay actividad humana que no cause impacto ambiental, pero los químicos que se usarán con esta técnica serán mínimos». El funcionario indicó que la cantidad de agua que se utilizará «será mínima» y que «no se quitará un litro de agua para una ciudad ni para producir alimentos». En tanto, Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia de la República, aseguró que «habrá una industria limpia».
Ante ello, Francisco Cravioto, integrante de la Alianza Mexicana Contra el Fracking, apuntó:
– El fracking no es una fuente de «energía limpia». A lo largo del proceso de explotación, 5% del metano contenido en los yacimientos se fuga a la atmósfera. Una molécula de metano tiene una capacidad de efecto invernadero 20 veces superior a una molécula de dióxido de carbono (CO2). Según Ingraffea y Howarth de la Universidad de Cornell, por estas fugas se considera más perjudicial el fracking para el calentamiento global que la quema de carbón.
– «Los químicos utilizados serán mínimos». Mentira. En cada pozo se inyectan 300,000 litros de químicos (!!!!)
– «No se retirará agua de consumo humano y de producción de alimentos». Mentira. Para poder utilizar agua de fuentes subterráneas profundas para el fracking es necesario retirar sales, metales pesados y otras sustancias que puedan afectar las reacciones del cóctel químico inyectado. Para utilizar agua tratada, es necesario retirar las bacterias presentes. Para utilizar agua de mar, es necesario transportarla desde el mar y desalinizarla. Tratar el agua antes de utilizarla sale demasiado caro: invierte la relación entre costos y utilidades.
– «La cantidad de agua utilizada será mínima». Mentira. Cada pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua.
– «La Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Ambiente en el Sector Hidrocarburos será autónoma». Mentira. La ley de esta Agencia (aprobada en la reforma energética) establece que ésta depende completamente de la Semarnat y, en última instancia, de Presidencia.